Los tiempos cambian, y con ello, las alas de la modernidad baten nuevos vientos, desplazando al baúl de los recuerdos todo aquello que ya no nos sirve y se ha quedado obsoleto.
Bienvenido sea el progreso, que hace más fácil la vida del hombre, que sepamos disfrutarlo y que sea para bien, pero no podemos evitar sentir un poco de tristeza al recordar esas grandes o pequeñas cosas que un día estuvieron ahí, ocupando cierto lugar y que ya nunca volverán a servir sino como piezas de museo.
Y ese es uno de los objetivos de este blog, y concretamente esta sección, pretendiendo ser una especie de museo etnográfico virtual.
Para el recuerdo:
La Fuente
Hoy solitaria, hace tiempo era probablemente el lugar más visitado del pueblo por gentes y ganado, un lugar más de reunión, donde ponerse al día en las más diversas materias.
Cántaro |
En ella coincidía la que iba a por agua, con el que llevaba a beber al burro, a la mula o a las vacas y con algún que otro rapaz que se daba a la caza y captura de aclaradores en el pilón.
famosos cántaros de Moveros, que a hombros de las mujeres o en los mejores casos con ayuda de caballería provista de aguaderas, llegaban a casa para llenar barrilas, botijos, jarras, palancanas, o lo que hiciera falta.
José Francisco Falcón, recuerda asi una anécdota
del verano de 1971:
“calor y moscas, me encontraba yo cerca del puente de la
fuente cuando me cruzo con dos mujeres, una que va a la fuente y otra que viene
de ella con los cantaros llenos...
Le dice la que va a la que viene:.... ¿De donde vienes...?
Contesta la otra... !!pues mira de por un poco de agua!!.... y tu ¿donde vas?
Pues mira a por ella.... Pues veide con Dios....Pues quedai con él.....
Me pareció fascinante y me sigue pareciendo, no hay que conformarse solo con un Hasta Luego”.
Le dice la que va a la que viene:.... ¿De donde vienes...?
Contesta la otra... !!pues mira de por un poco de agua!!.... y tu ¿donde vas?
Pues mira a por ella.... Pues veide con Dios....Pues quedai con él.....
Me pareció fascinante y me sigue pareciendo, no hay que conformarse solo con un Hasta Luego”.
Pero el progreso que todo lo cambia vino a aliviar lomos y espaldas, y con la llegada del agua corriente a las casas, quedó nuestra fuente como monumento a ese manantial que tantas "sedes" aplacara en su día.
El Potro
Herrando |
El duro trabajo de carga y arrastre al que se someten los bueyes y las caballerías aceleran el desgaste de los cascos. Para protegerlos y frenar este proceso que traería nefastas consecuencias al animal, se hace necesario calzar al mismo con las clásicas herraduras, en el caso de caballerías ó con callos, para bueyes y vacas.
La tarea del herraje se lleva a cabo en el potro, al que se amarran los animales, inmovilizándolos para su seguridad y la de los presentes.
La estructura se compone de cuatro pilares de piedra, unidos dos a dos por sendos travesaños: portacintos, de los que cuelgan las gruesas tiras de goma que servirán para sostener el peso del animal. Entre los pilares frontales irá colocado el yugo , que junto a los apoyamanos harán mas confortable la estancia de los usuarios, que pronto saldrán con zapatos nuevos.
Cuando aún no había automóviles que aparcar en
las calles, ya existían zonas concretas de estacionamiento de caballerías. Una
herradura convenientemente incrustada en la fachada de la casa, proporcionaba un lugar idóneo para sujetar el “ramal” de
nuestro burro, mula o yegua.
De adobe y piedra
Fachada típica |
Las fachadas de adobe y piedra eran comunes hasta la llegada del ladrillo.
Barro y paja eran encofrados para formar el adobe con que se construyeron muchos de los muros que aún hoy se conservan.
Los grandes clavos y aldabas dan un aire rústico y tradicional a robustas puertas de madera de negrillo, que provistas de postigo y gatera son accesos permitidos a la luz y a los misinos.
Poyo |
No faltará un lugar junto a la puerta donde sentarse a tomar el fresco si hace calor o el sol si hace fresco: es el poyo, consistente en una losa que descansa sobre grandes piedras o un buen bloque de granito o un cúmulo de pizarras, es igual, hay variedad de estilos, formas y tamaños para elegir, eso sí, por ser duros son duraderos.
Grises losas de musgo tapizadas, de las que cuelgan en invierno los carámbanos, soportaron lluvias y nevadas que hoy no encuentran parangón.
Aperos dormidos
Donde quiera que haya un sobrao, una cuadra o un pajar, tal vez encontremos un pequeño museo etnológico, regentado por alguna lechuza, donde puedan admirarse los aperos, que en mejor o peor estado de conservación nos hablarán de cómo se hacían antaño las cosas.
He aquí una retahíla de ellos:
Las aguaderas,
generalmente de esparto, se usaban para transportar los cántaros a
lomos de una caballería, desde la fuente hasta casa.
La albarda
era una especie de estructura almohadillada, rellena generalmente de paja, que se colocaba sobre el lomo de las bestias
de carga, asegurándola por el vientre mediante la cincha, y que tenía la
finalidad de evitar lesiones a dichos animales.
El arado
romano, era una pesada herramienta que cambiaba la faz de la tierra a base
de surcos, y que era preciso mover con
ayuda animal.
La azada
es al huerto lo que el lápiz al papel, herramienta indispensable para el
trabajo de la tierra, se usaba para removerla,
para moldear los surcos, abrir y cerrar caminos para el agua, etc.
La
barrila, te la den o no te la den, es un cántaro
pequeño que competía con el archiconocido botijo, manteniendo el agua
fresquita, a la sombra de la parva.
El cántaro
ya no va tanto a la fuente, pero en su día era el medio utilizado para
transportar hasta las casas el mejor agua que manaba en la comarca.
La carlancas
protegían el cuello de los perros que cuidaban el ganado, ante un posible
ataque del lobo.
Las carracas
tronaban por las calles en Semana Santa, sustituyendo al sonido de las campanas
que debían permanecer mudas desde la muerte del Señor hasta la
Resurrección.
El carro,
convertido en la actualidad en gradas de la "Monumental de la Era", tuvo una vital importancia como medio de
transporte de cargas de todo tipo.
La criba,
también llamada ceranda, era usada
en la era para separar el trigo de la paja.
El chisquero
no necesitaba de llama alguna para dar lumbre al cigarro.
La collera,
hecha de cuero relleno de paja, se le colocaba a la caballería que iba a tirar
del carro. Sobre la misma, se colocaba el yugo.
El collerón
Es una collera que incluye armazón de madera y correaje, generalmente para
enganchar a un carro de varas.
La cornetilla
sonaba cada vez que se quería llamar la atención de los vecinos, para que escucharan
el bando que se daba, de parte del Señor Alcaldeeeeee…
El fuelle
no podía faltar para animar las brasas y enfurecer la lumbre.
La hoz,
usada con esmero para segar el cereal, obligaba a doblar el “espinazo” bajo el sol.
Las llaves
de antaño abrían grandes cerrojos, no cabían tantas en el bolsillo, pero si una
se caía no era fácil perderla… a menos que se estuviera sordo.
Cortesía de José Francisco Falcón |
El arte
del metal se manifestaba en cerraduras y aldabas de las más diversas formas y tamaños.
El alquer era un
recipiente de madera que se usaba como medida para los cereales, y su
capacidad era de unos diez kilos de trigo.
Felipe Rodrigo nos explica el
sistema de medidas tradicional basado en el uso de este recipiente:
“Las medidas que yo conocí fueron las
siguientes, ordenadas de menor a mayor: Primero el alquer después la ochava,
que correspondía a dos alqueres. Después la fanega que eran dos ochavas o lo
que es lo mismo cuatro alqueres. A continuación estaba el costal que equivalía a dos fanegas o lo que es lo mismo a
ocho alqueres y la carga eran dos costales o lo que es lo mismo: 16 alqueres
equivalente a 8 ochavas y a 4 fanegas. El alquer medido al ras venía a pesar de
trigo unos diez Kilos, la cebada pesaba bastante menos, por lo tanto el costal
serían los 80 Kilos. Estas medidas se utilizaban para cereales o para pagar la
renta de las tierras y siempre eran al ras cuando se comerciaba con ellas”.
La maquina picadora, se usaba también para “enchorizar” la carne en la
matanza.
El pote,
de hierro, se usaba para guisar en la lumbre y confería un sabor característico
a la comida. Podía colgarse sobre el fuego, pero lo normal era apoyarlo sobre
sus tres patas junto a las brasas.
El rastro
se usaba en la era, normalmente para desplazar la paja del suelo y amontonarla.
El tirachinas
se usaba precisamente para eso: para tirar “chinas” (piedras pequeñas) con la
mayor o menor precisión que la experiencia del usuario le permitiera.
La tralla, era una especie de látigo de cuero atado a un
mango de madera con el que se estimulaba al los animales a aumentar el ritmo
del trabajo. Trillo y tralla formaban parte del mismo equipamiento, aunque no
creo que viniesen en el mismo pack.
La función del trillo, era reducir los haces
de espigas a elementos más fáciles de separar como eran el trigo y la paja,
pero para los rapaces era más un divertimento que un trabajo pesado, y sobre
sus tablas se entonaron las más conocidas estrofas del folclore guímaro.
Había dos tipos de yugo, según qué animales lo lucieran:
Podría ser "de costillas" (generalmente para
caballerías) y que se usaba con colleras, ó "cornal" para vacas o bueyes.
El Cigüeñal
Cigüeñal |
Su nombre hace alusión al un cierto parecido con el movimiento del cuello de la cigüeña, San Isidoro de Sevilla en el siglo VII ya describió el instrumento dándole el nombre de "ciconia" (nombre científico de la cigüeña).
Aparece en relieves de Mesopotamia que datan del 3000 a.C. y en el Antiguo Egipto (1500 a.C.), era conocido con el nombre de "Shaduf".
Del Nilo al Pozolagua , una historia pendiente de esclarecer, aunque es probable que lo trajeran los romanos, puesto que ellos ya lo conocían desde la época grecorromana, su nombre en latín era "tolleno".
Puente de pizarra
El regato que baja de la fuente por la fragua, tenía hasta hace poco un puente que lo cruzaba de lo más rústico: un puente de pizarra. Era una enorme losa con el lomo desgastado por el uso. La trajeron de muy lejos, transportándola entre dos carros hasta su emplazamiento, y desde entonces estuvo ahí, viendo pasar al tiempo y a las gentes.
Abrevaderos
La fuerza del agua
Molino en ruinas |
Casi todos los regatos van a parar a Río Malo, donde también hay vestigios de pasados más o menos remotos: construcciones de piedra y losa autóctona que un día fueron molinos y de los que hoy no quedan mas que cuatro medias paredes y alguna que otra rueda de granito escondida entre las zarzas.
Piedra de molino |
Hasta ellos se desplazaban los lugareños con sacos de cereal, listo para ser transformado en harina con la mayor o menor velocidad que la fuerza del agua permitiera.