viernes, 28 de enero de 2011

Canciones del Trillo

Hacer las "jeras" cantando era una forma de aliviar la dureza del trabajo, lo que al mismo tiempo contribuía a refrescar en la memoria esa parte crucial de la cultura que constituye el cancionero popular.

Esta es una muestra de aquellas canciones que cantaban nuestros abuelos con el único acompañamiento de instrumentos como el trillo, el arado, la hoz, la azada, etc.





JOTAS VARIAS

Que te tumbo niña, que te tumbo
que te tumbo niña que te tumbaré
  no me tumbes niño, no me tumbes
no me tumbes que yo me echaré

- - -

Vivan los canteros madre
vivan los de Pontevedra
que hicieron subir el agua
de Vigo para Redondela.

Aprieta María, aprieta José
aprieta el zapato
que se sale el pié.



LA SERENA DE LA NOCHE

La serena de la noche
La clara de la mañana
El Emperador de Roma
Tiene una hija bastarda
Que la quiere meter monja
Y ella quiere ser casada.

La piden Duques y Condes
Caballeros de gran fama
Y ella, como era bonita
A todos los despreciaba.

Unos que si eran muy viejos,
Otros que no tienen barba,
Y otros que no tienen pulso
Para manejar las armas.

Los que pulso no tenían,
El color se les mudaba,
Un día de gran calor
Se ha asomado a una ventana
Y ha visto a tres segadores
Segando trigo y cebada.

Se enamoró de uno de ellos
Aquel que en su medio estaba
La hoz era del buen oro
La empuñadura de plata
La cinta de su sombrero
Legua y media relumbraba.

¡Oiga!, ¡Oiga, segador!
que mi señora os llama.
No conozco a esa señora
Ni tampoco a quién me llama,

Yo me llamo Bernardina,
Y mi señora Doña Ana.

¿Que me quiere tu señora
que tan deprisa me llama?

Lo que os quiere segador
Es que vengais a su casa.



LA DIVINA LELEGRINA

Camino de Santiago,
con grande halago,
mi Peregrina
la encontré yo;
y al mirar su belleza,
con gran presteza
mi Peregrina
se hizo al amor.

Fue tanta la alegría
que el alma mía
la compañía
de su amor dio,
que en la oscura breña
de la montaña,
mi Peregrina
se me perdió.

Y mi pecho afligido,
preso y herido,
por estos montes
suspiros dio:
y a los prados y flores
de sus amores
de esta manera
les pregunto.

¿Quien vio a una Morenita,
Peregrinita
que el alma irrita
con su desdén?
por ver si mis desvelos,
hayan consuelos,
todas sus señas
daré también.

Iba la Peregrina
con su esclavina,
con su cartera
y su bordón;
lleva zapato blanco,
media de seda,
sombrero fino
que es un primor.

Tiene rubio el cabello,
tan largo y bello,
que el alma en ello
se me enredo:
y en su fina quedeja,
de oro madeja,
a su amor, el mío
se aprisionó.

En su frente espaciosa,
fresca y hermosa,
donde Cupido
guerra formó;
allí fue vencido,
preso y herido
mi amor y el suyo
se coronó.

Sus ojos y pestañas
son dos montañas,
donde dos negros
hacen mansión;
y en arcos de Cupido
los atrevidos,
ambos disparan
flechas de amor.

Su nariz afilada
no fue sonada,
que aunque mirada
fama cobró;
es un cañón de plata
que a todos mata,
sin que ninguno
sienta el dolor.

Su boca es tan pequeña
y tan risueña,
cual naturaleza
pudo formar,
que al decir punto en boca,
mas me provoca,
por no agraviarla
quise callar.

Su barba es el archivo
donde yo vivo
preso, rendido
y muerto de amor;
el que a ser viene
gozo perenne,
supulcro alegre
y dulce prisión.

En su hermosa garganta,
la mejor planta
que en los jardines
sembró el amor,
que la blanca azucena,
aunque con pena,
de su hermosura
se avergonzó.

Lo que toca el pañuelo,
no me desvelo
para pintarla
lo que no vi;
que aunque su enamorado,
muero abrasado,
y a su sagrado
no me atreví.

Para pintar su talle
bueno es que calle
pues mi pintura
será un borrón;
yo quisiera de Apeles
tener pinceles
para pintarla
con perfección.
Perdone su hermosura,
sí en la pintura
grosero ha estado
mi fino amor;
por haberla ofendido,
a sus pies rendido,
a mi Peregrina
pido perdón.



PASODOBLE LA ISABEL

En Madrid hay una niña
que la llaman Isabel
que no la daban sus padres
ni por ningún interés
ni por dinero que cuenten
tres contadores al mes.

Una noche la jugaron
a la flor del treinta y tres
le ha tocado a un rico mozo
rico mozo aragonés.

Para sacarla de casa
mató a sus hermanos tres
y a sus padres prisioneros
prisioneros los dejó.

En el medio del camino
ya lloraba la Isabel
¿por qué lloras, vida mía?
¿por qué lloras Isabel?
Si lloras por tus hermanos
que muerte le dí a los tres
No lloro por mis hermanos
ni por ningún interés
dame tu puñal dorado
luego te lo volveré.

Tú me pediste el puñal
no me dices para qué

para cortar una pera
que vengo muerta de sed.
Él se lo ha dado al derecho
ella lo cogió al revés
le ha cortado la cabeza
y se la ha puso a los pies

tú mataste a mis hermanos
yo a ti también te maté
y a mis padres prisioneros
que luego los sacaré.


José Francisco Falcón ha sacado del  "sobrao" de sus recuerdos ... bueno, mejor nos lo explica él:

"Cuando yo era joven, hace unos doscientos años, intenté recopilar algunas canciones antiguas del pueblo, había dos mujeres que sabian muchas, mi abuela Evarista y Juana la de Quico, el problema claro, es que ho había grabadoras y con oirlas un par de veces era imposible recordarlas después, me acuerdo un poco de una que a fuerza de repetirla, se quedó alguna estrofa, la música es suave y agradable, se tocaba con dulzaina y tamboril y se bailaba con movimientos de vaivén y circulares..."


 

ESTRIBILLO
Agua va, agua va y agua viene
agua va y el molino, no muele

EL MOZO DE BUENAS
Tienes una cinturica que anoche te la medí
con vara y media de cinta
catorce vueltas le dí

ESTRIBILLO

EL MOZO DE BROMA
Tienes una cinturica, que anoche te la medí
con la cincha de la burra
y la tuve que añadir
 
ESTRIBILLO
 
 

1 comentario:

Gúmaro dijo...

Mirando por aquí me he topado con tu blog, el que sigo ya que nuestros pueblos son cercanos y soy conocedor de muchas cosas, Bueno, digo conocedor por no decir que las he vivido, ya que por tierras alistanas dejé mi niñez y buena parte de mi juventud.
Desde aquí, te invito a que des un vistazo a mi blog: Tierras de Aliste.

Saludos y muchas gracias.

Gúmaro