Todos los mozos nacidos en el mismo año componían lo que se llamaba "la quinta" de ese año.

Cuando los quintos consideraban que el pueblo dormía comenzaban a cantar puerta por puerta "los aguinaldos" y que mas o menos decían así:
Estas puertas son de hierro
aquí vive un caballero.
Estas puertas son de palo
aquí vive un hombre honrado.
Las estrofas podían variar siempre que rimaran, pero el estribillo era el mismo.
Revolaba la paloma
por encima del tejado
y a la mañana temprano
que nos den el aguinaldo.
Estas canciones terminaban casi siempre con un
¡Vivan los quintos!
Como dice el estribillo, por la mañana temprano volverían a recorrer todo el pueblo puerta por puerta, donde por regla general eran bien recibidos, los quintos ofrecían una copa de anís o aguardiente y el vecino de turno les daba el aguinaldo que creyera conveniente.
Tras haber pasado la noche en vela y después de recaudar el aguinaldo, se acostaban un poco para descansar y se reunían de nuevo para, después del baile de Año Nuevo, hacer una buena cena, con lo que terminaba esta única e inolvidable noche para los quintos.
El día que los tallaban, se celebraba el "baile de los quintos" y a partir de aquí a esperar el día del sorteo en el que la alegría de cada uno estaba subordinada al destino que le hubiera correspondido.